El jueves 26 de enero, la Escolanía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos intervino en Madrid con sus voces en un acto de homenaje a las víctimas judías en la Segunda Guerra Mundial, teniendo muy presente por su parte también a las víctimas católicas que dieron ejemplo de caridad extrema como San Maximiliano Mª Kolbe y a todas las personas que desde la diplomacia española y la Santa Sede intervinieron en esos años para salvar todas las vidas posibles de hebreos perseguidos. Este año, el acto tuvo lugar en el Senado a las 18:30 h. y duró aproximadamente una hora. Como en alguna de las ediciones anteriores, los niños (a los que equivocadamente se presentó de nuevo como “Escolanía Benedictina de la Santa Cruz de El Escorial”) interpretaron el Dies irae y el Adonai.
Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario
Queridos hermanos en Xto:
Xto hoy libera a un poseído del demonio. Mucho se empeñan en afirmar que cuando en el Evangelio se habla de poseídos o del infierno o del demonio, realmente lo que se está haciendo es narrar algo simbólico; bueno, roguemos a Dios que comprendan antes de su muerte que la condenación eterna, por mucho símbolo que afirmen ser, es eterna y es condenación.
Los creyentes que aceptamos, gracias a Dios, la doctrina de la Iglesia Católica en su totalidad, cosa que es menos habitual de lo que podría parecer en un primer momento, sí afirmamos sin dudarlo que existe el demonio, que existe el infierno y que existe la condenación eterna. En resumidas cuentas existe el mal como algo que se opone, con todas sus fuerzas y recursos al Bien, al Bien supremo, infinito, todopoderoso y misericordioso que es Dios.
Es decir el mal está ahí, convivimos con él y, lo que es más grave, muchísimas veces colaboramos o transigimos con él. Cuando hablamos del mal del mundo, cuando nos horrorizamos por la inmensa injusticia y desigualdad que existe, tendemos a fijarnos en los grandes males que vemos a nuestro alrededor: los millones de personas que mueren de hambre, los pueblos que viven sometidos por el miedo, las guerras, los grandes conflictos sociales; también identificamos el mal del mundo con las perversiones morales como el aborto, la eutanasia o la esclavitud sexual. En resumidas cuentas, para una gran mayoría, el mal del mundo es algo con el que no solemos colaborar.
Sin embargo, el mal es mal, independientemente de si es grande o pequeño, o mejor dicho, independientemente de si nosotros lo consideramos grande o pequeño. Porque, hemos de considerar, que nosotros colaboramos al mal del mundo con demasiada frecuencia. Ahora vivimos una época en el mundo, y más concretamente, en España, en la que la crisis económica está haciendo estragos en muchos millones de personas. Pues bien, nosotros cooperamos al mal del mundo cuando miramos hacia otro lado y no prestamos ayuda a los casi cinco millones y medio de españoles que están en el paro, o cuando no hacemos nada por intentar ayudar a las más de 150.000 familias que no tienen el más mínimo ingreso económico mensual. Tendríamos que sentir vergüenza si a estás alturas aún no nos hemos enterado de que vivimos inmersos en una gran crisis económica, y únicamente podremos decir que nos hemos enterado si, aunque no nos sea necesario, nuestro tren de vida lo hemos bajado porque lo que nos sobra lo empleamos en ayudar a lo que no tienen.
Pero podemos cooperar al mal del mundo sin necesidad de tener a mano una crisis de esta magnitud. Cuántas veces hemos hecho mal a nuestro alrededor; cuántas veces hemos destrozado la fama y el honor de una persona por haberla calumniado o difamado; cuántas veces nos hemos permitido hacer comentarios o acusaciones de personas, que tal vez nos sean próximas, contribuyendo con ello a hacer pensar mal de ellas a, por ejemplo, nuestros compañeros de trabajo o a nuestros superiores.
Podemos seguir enumerando modos de contribuir con el mal del mundo. Porque no siempre es preciso contribuir directamente con el mal, a veces puede ser hasta peor cuando callamos, cuando permitimos pudiendo evitarlo o cuando transigimos con el mal. Pensemos en todos los pecados de omisión que realizamos y que normalmente no tenemos en cuenta pues no nos fijamos en que no basta con no hacer el mal, también tenemos que hacer el bien. Aquí podíamos incluir las veces que por comodidad, por vergüenza o por miedo no damos testimonio de que somos creyentes, prefiriendo callarnos en los momentos en los que se pisotea el nombre de Xto o el de su Iglesia.
En resumidas cuentas, el mal del mundo no es algo ajeno a nosotros; somos hombres, y como tales, estamos heridos por el pecado original y nuestra naturaleza está inclinada al pecado, queramos o no. Si con esto terminara la homilía, me habría quedado a medias pues, gracias a Dios, la historia no termina aquí. El Hijo de Dios se hizo hombre, padeció, murió en Cruz y resucitó para reconciliarnos con el Padre y abrirnos las puertas del Cielo. Esto, que se dice en tan pocas palabras, equivale a volver blanco lo negro y a que triunfe el Bien donde antes sólo podía existir el mal. Xto vino al mundo y venció al demonio y a la muerte; Xto nos elevo a la condición de hijos de Dios; Xto nos dio la Iglesia; Xto nos concedió su gracia infinita para que de pecadores pudiéramos transformarnos en santos; Xto nos dio todo, y en este todo se incluye a Él mismo pues nos dejó la Eucaristía hasta el final de los tiempo. Con estas armas podremos triunfar y vencer ese mal del que hemos hablado. Por ello, queridos hermanos, no vivamos sin esperanza pues sabemos que siempre que caigamos en el pecado Dios, si nos arrepentimos, nos perdonará y nos salvará.
Profesión jubilar
El viernes 20 de enero, el P. Alejandro Alviz y el P. Rafael Palacios, monjes respectivamente de las Abadías de Santa Cruz del Valle de los Caídos y de Santo Domingo de Silos, cumplieron el LX aniversario de la profesión de votos monásticos, emitidos entonces (el 20 de enero de 1952) conjuntamente en el segundo de los monasterios citados. Por este motivo, ambos se juntaron ahora en la Abadía de Santa Cruz para renovarlos el lunes 24 de enero.
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La Santa Misa se celebró en la Capilla del Monasterio a las 11 h.. Allí tuvo lugar la ceremonia de la profesión jubilar con la renovación de los votos, después de la homilía del P. Abad Dom Anselmo Álvarez. Asistió la Escolanía para unirse a la alegría de los jubilares y solemnizar más el acto. Acompañando al P. Rafael, vino el P. Norberto Núñez, prior del Monasterio de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, priorato simple dependiente de la Abadía de Silos.
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Posteriormente, los dos monjes comieron en la mesa abacial y compartieron el tiempo de recreo y un café con la Comunidad.
Primeras nieves
Este curso, la nieve se ha hecho esperar mucho en el Valle de los Caídos. Al igual que en el resto de España, el invierno está siendo en general un poco veraniego, al menos durante el día, ya que por la noche las temperaturas bajan notablemente y se alcanzan varios grados bajo cero.
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A principios de noviembre cayeron los primeros copos en el Valle y el monte Abantos se cubrió de una ligera capa blanca. Parecía que podía iniciarse un invierno de nieve. Sin embargo, pronto se fue viendo que no era así. Hasta la tarde-noche del domingo 15 y el lunes 16 de enero del presente año que comienza, no ha caído una cantidad más o menos destacable de nieve y no ha cuajado. En esas fechas, por fin pudimos tener una capa blanca, no muy gruesa, pero sí suficiente para poder disfrutar con las vistas y que los niños de la Escolanía hayan jugado durante varios días a base de bolazos y muñecos, más aún aprovechando que había un margen amplio hasta su siguiente actuación musical. Rui, el pequeño escolán de Guinea Ecuatorial, vio y tocó por primera vez en su vida la nieve; entre otras sorpresas, se llevó la de ver que estaba bastante más fría de lo que pensaba.
Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
Queridos hermanos:
La llamada del Señor a la conversión, de la que se hacen eco las lecturas de este domingo, es plenamente actual en el contexto histórico en que vivimos, cuando tantos intereses inmediatos nos impiden ver más allá de lo que tiene un valor material o placentero. Seguir a Cristo se ha convertido hoy en algo que va contra contracorriente en nuestra sociedad. Con el testimonio nos arriesgamos a perder el trabajo o la estima social de los más cercanos. Y sin embargo no podemos aplazar la respuesta al Señor, no le podemos dar la espalda o pedir una moratoria, porque eso sería traicionar no sólo a quien nos ama siendo el mismo Amor y tiene poder de dar vida eterna, sino que sería traicionar a los que podríamos confirmar con nuestro testimonio en su seguimiento de Cristo.
El profeta Jonás se hace portavoz de una sentencia inminente: “Dentro de 40 días, Nínive será destruida”. Jesús es profeta del reino de Dios inaugurado con su misma persona y llama a la conversión con apremio: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”. La conversión, lo único que no admite demora en nuestra vida, tiene que ser continua y real. A esta llamada le precede la gracia, es el Reino de Dios que viene a nosotros sin que hayamos hecho méritos para ello. La conversión es la gracia que nos permite fiarnos de su Palabra, que es la que nos enseña que todo lo terreno lleva marca de caducidad y que sólo debe usarlo el cristiano en tanto en cuanto es imprescindible a su humanidad, pero con la vista puesta en lo trascendente, como dice san Pablo: “los que compran, como si no poseyeran… porque la representación de este mundo se termina”.
El que ha tenido una mínima experiencia de Dios ha comprobado en su vida reiteradamente que la Palabra de Dios es ancla segura que no permite evadirse del mundo, pero sí liberarse de los apegos que encadenan a las cosas como fin último y felicidad verdadera. El que ha sabido en alguna medida usar con parquedad los bienes terrenos o compartir las desdichas del prójimo desconocido, ha visto una y otra vez que la palabra de Dios no engaña, ha sentido por anticipado, al poner en práctica el mandato del amor, la irrupción de la vida eterna en medio de su peregrinar en este mundo, pues hay una felicidad mucho más honda que no desaparece como lo caduco, ni proviene del cerrado círculo de los amigos o familiares, sino que abre perspectivas inmensamente más grandes que las temporales y una fraternidad sin fronteras.
La conversión tiene sus dimensiones sociales y hay que estar atentos para que no se nos pase este momento en que Dios nos pide un esfuerzo por compartir lo que tenemos. Estamos atravesando una crisis social muy aguda y se puede convertir en una revolución social si no ayudamos a los que pasan tan graves necesidades. No podemos lamentar la poca sensibilidad social de otros y desentendernos de lo que está a nuestro alcance. Gracias a Dios, no hemos llegado a la escasez de recursos y por eso estamos a tiempo de compartir lo que tenemos, pues cuando se comparte, la divina Providencia se encarga de que alcance a todos. En cambio, cuando una parte de la sociedad se repliega egoístamente sobre sí misma, Dios permite que sean sacudidas las conciencias por los disturbios sociales. ¿No será mil veces mejor dejarnos interpelar por la Palabra de Dios y salir al paso de las necesidades ajenas, antes de que el robo, el pillaje, las disputas callejeras y el crimen sean la norma común de conducta y perdamos la paz social?
Un motivo nada marginal de interés es la Jornada de la Infancia misionera, que este año se celebra bajo el lema: “Con los niños de América… hablamos de Jesús”. Los niños también pueden contribuir a difundir el Evangelio en todo el mundo, en el que faltaría algo vital sin su oración y aportaciones. Si hoy día les transmitimos la inquietud de llevar el Evangelio hasta los confines del mundo, de mayores seguirán siendo misioneros de corazón y a su alrededor, pues los países de antigua cristiandad están necesitados de una nueva evangelización. La colecta de hoy se destinará a este fin._x000D_ Por último, hasta el día 25, fiesta de la conversión de S. Pablo, apóstol de los gentiles, celebramos el Octavario de Oración por la unidad de los cristianos, este año con el lema: “Todos seremos transformados por la victoria de Nuestro Señor Jesucristo”. El Papa escribió: “Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo”. Por eso, en esta semana, desde hace años se vienen multiplicando los gestos para llegar a una reconciliación, no solo con nuestros hermanos ortodoxos y protestantes, sino también con los de la Fraternidad S. Pío X y con los de otros grupos que siguen su estela. Encomendemos todo ello a María, reina de la unidad y reina de los cristianos.
Que así sea.
Regreso de la Escolanía
El lunes 9 de enero, los escolanes retomaron las clases académicas y musicales después de unas merecidas vacaciones en sus casas. El martes 10, sus voces volvieron a sonar en la Basílica del Valle de los Caídos durante la Santa Misa conventual de 11 h. Por la tarde, tuvieron la alegría de recibir la visita de Patrick y Nancy, anfitriones de la Escolanía en el Castillo “Reina de la Paz” en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) en junio pasado. La visita del matrimonio al Valle de los Caídos fue una sorpresa para ellos, pues sus amigos en Madrid la habían preparado sin que lo supieran. Se llevaron una gran emoción al entrar por las puertas de la Escolanía (era de noche y, como aún no había salido la luna todavía, no habían podido ni siquiera divisar la Cruz al subir en coche); allí vieron al P. Laurentino, al P. Prior y a algunos padres de escolanes que habían venido para la ocasión. Los niños estaban en ese momento en el aula de estudio y les recibieron con un fuerte aplauso. Pudieron conversar con ellos y con el P. Abad. El P. Prior les enseñó la Escolanía mientras los escolanos terminaban su tiempo de estudio, para poder después dedicarles dos canciones en el aula de coro. Finalmente, el P. Prior les condujo a la Basílica, que les impresionó profundamente. Se obsequió al matrimonio con unas camisetas, varios libros y numerosos CD’s de la Escolanía. Se fueron con una alegría inmensa, que a su vez transmitieron a los niños, a los padres y a los monjes y encargados de la Escolanía.
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El jueves 12 de enero por la tarde, todos los veteranos acudieron a la iglesia del Buen Suceso de Madrid para cantar en el funeral por D. Manuel Varela, destacado economista recientemente fallecido y padre del médico y colaborador de la Escolanía D. Enrique.