Como plasmación práctica de la idea de reconciliación y de superación de la guerra, se estableció la creación de un “Centro de Estudios Sociales”, que funcionó desde 1958 hasta 1982.
Su finalidad era el estudio y la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, como garante de la paz y de la justicia social en España. Esta institución debía ocuparse del análisis de los problemas sociales que habían sido la causa más frecuente de las alteraciones registradas en la convivencia dentro de la sociedad española y que habrían tenido su último reflejo en la contienda civil. Al mismo tiempo el Centro debería contribuir a la elaboración de los criterios inspiradores de las nuevas estructuras socio-económicas que impulsaran la participación y la justicia sociales.
Por sus aulas pasaron en los primeros años buen número de sacerdotes, seminaristas y universitarios que en cursos cíclicos de verano recibieron una vasta iniciación en las ciencias y en la moral sociales. Pero fueron sobre todo las Mesas Redondas, celebradas regularmente cada año, las que congregaron una nutrida representación de sociólogos, de especialistas en las ciencias humanistas procedentes de ámbitos universitarios e intelectuales, españoles y extranjeros. La lista de los ponentes, comunicantes y asistentes, registra algunos de los más prestigiosos entendidos en el campo de los conocimientos y de la praxis, como se comprueba en los 56 volúmenes monográficos que recogen las ponencias. A esta publicación hay que añadir la Revista de Estudios Sociales, que prolongaba la actividad del Centro durante todo el año. No menos importante fue la fundación de la Biblioteca: especializada en Ciencias Sociales y con unos fondos que sobrepasan los treinta mil volúmenes, llegó a ser considerada como una de las mejores dotadas del país en esta rama mientras continuó acogiendo libros en sus estanterías.
La dirección del Centro corría a cargo de la Comunidad Benedictina con la colaboración de una Secretaría General que tuvo su sede en las dependencias del Patrimonio Nacional y de una Junta Rectora a la que incumbía la aprobación de las actividades y de los presupuestos anuales.