El sábado 31 de marzo por la tarde se reinauguró el Vía Crucis monumental del Valle de los Caídos, debidamente adecuado por Patrimonio Nacional para su uso desde hace unos meses. La Abadía Santa Cruz había hecho la convocatoria para las 16 h., si bien debió retrasarse algo su inicio ante la cantidad ingente de personas que seguían llegando al punto de partida, situado cerca de “Los Juanelos”. La labor de coordinación fue principalmente llevada a cabo por D. Daniel Medina y D. Juan Losada, con la colaboración del Patrimonio y de otras instituciones (Guardia Civil y su sección del Seprona, Protección Civil, Bomberos y Rescate en Montaña – G.E.R.A.). Los resultados fueron realmente magníficos.
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Dos autobuses de la empresa “Herranz” de El Escorial se encargaron de llevar a los fieles desde el aparcamiento de la Basílica a los Juanelos. Alrededor de las 16,15 h., dio comienzo la marcha con unas palabras del P. Abad Dom Anselmo Álvarez Navarrete, quien además se la cedió a uno de los varios representantes de la Hermandad de la Legión Española, que acudieron para dar gracias al Altísimo por la vida del último caballero legionario herido en Afganistán, cuya salvación se ha atribuido al “Detente” que portaba.
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Se fue meditando el texto del Vía Crucis elaborado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger en el año 2005, cuando el Beato Juan Pablo II ya no pudo presidir su rezo en el Coliseo de Roma. Para ello se repartieron unos folletos preparados para la ocasión con la firma de la Abadía y del Foro San Benito de Europa. El ambiente fue de un piadoso silencio ejemplar, más aún si se tiene en cuenta la cantidad enorme de personas que asistieron -muchas de ellas jóvenes y familias, pero también personas de edad avanzada- y que pudieron rondar entre las 800 y las 1.000, muy por encima de lo previsto; incluso hubo algún cálculo que elevó más la cifra, pero no es tan seguro confirmarlo. Todo ello hizo también que el tiempo empleado fuera mayor que el inicialmente pensado. Resultaba impresionante ver la amplia y ancha fila de fieles desde algunos puntos que permitían una visión panorámica espectacular.
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El Vía Crucis alcanzó su meta en el interior de la Basílica, pero no se pasó a la Capilla del Sepulcro donde propiamente concluye, ya que no sería posible acceder con tantas personas y se terminó en el altar mayor del templo. El P. Abad dirigió unas palabras finales, dio la bendición con el “Lignum Crucis” (que guió siempre la marcha) e invitó al canto de la “Salve, Regina” hacia la imagen de Nuestra Señora del Valle. Luego se dio a adorar el “Lignum Crucis”, es decir, la reliquia de la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo que fue regalada por el Beato Juan XXIII a los monjes del Valle de los Caídos con motivo de la consagración de la Basílica. La Escolanía no pudo asistir, ya que esa tarde ofrecía en Salamanca un concierto que tenía comprometido desde tiempo antes.
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A partir de ahora, Patrimonio Nacional va a facilitar la realización del Vía Crucis por el recorrido monumental a aquellos grupos de personas que, bien poniéndose directamente en contacto con dicha institución, bien por medio de la Abadía (quien a su vez avisará a Patrimonio para tomar las medidas oportunas), deseen desarrollar esta devoción en el Valle de los Caídos. Desde aquí también cabe recordar que se ha editado recientemente un precioso libro titulado “Vía Crucis en el Valle de los Caídos” por Plataforma 2003, como en su momento se informó.