Además de constatar una presencia sensiblemente mucho mayor de fieles que otros años en las Misas de medianoche del 24 de diciembre (Misa del Gallo) y del día de Navidad (25 de diciembre), así como de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (1 de enero), los domingos 26 de diciembre y 2 de enero se han celebrado en la Basílica Misas verdaderamente multitudinarias en cuanto a asistencia de fieles se refiere, muchos de los cuales han tenido que quedar de pie. La del domingo 26, Fiesta de la Sagrada Familia, tuvo al P. Santiago Cantera como celebrante principal y fue retransmitida por Intereconomía TV. La del 2 de enero fue celebrada por el P. Prior, Dom Alfredo Maroto, y llama la atención observar que, a pesar de coincidir con la Misa de las Familias que a la misma hora tenía lugar en Madrid, la Basílica quedó repleta (por ese motivo no fue retransmitida por TV la Misa de la Basílica). Todos estos días ha sido muy abundante el número de personas que se han confesado y que han comulgado. Asimismo, sorprende la elevada afluencia de fieles a la Santa Misa a diario durante estas Navidades, pues su número solía ser bastante reducido por estas fechas en años anteriores.
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Por lo tanto, la Comunidad benedictina constata un rebrote de la fe en la Basílica y en todo el conjunto del Valle de los Caídos. La Cruz que preside el santuario revela una vez más su misterio: los tiempos de sufrimiento por la presión externa, vividos por el cristiano en estrecho abrazo con Cristo crucificado y sin retroceder en la profesión pública y valiente de su fe, producen frutos del ciento por uno y hacen que la vida espiritual reverdezca allí donde se veía amenazada. La Comunidad, firme en sus propósitos y acogiendo además la solicitud hecha cada vez por más personas que acuden al Valle, está planteando las maneras de dar forma y continuidad al movimiento espiritual que en este tiempo ha surgido en torno al lugar sagrado, organizando más actos de culto, promoviendo actividades, vías de colaboración, etc. Los monjes animan a cuantas personas les sea posible a continuar acudiendo a la Basílica, a participar de los actos religiosos en ella y a orar con devoción en privado ante el magnífico Cristo del altar mayor y en las capillas laterales, especialmente en la del Santísimo.