Como todos los años y conforme a la tradición que del monasterio de Santo Domingo de Silos trajeron los monjes fundadores de Santa Cruz del Valle de los Caídos, el día 30 de abril por la noche dio comienzo el canto del “Mes de las Flores”, el mes de María. A las 21,30 h., en el claustro de los monjes, antes de que éstos vayan a rezar Completas en la Capilla del monasterio y de que los niños se retiren asimismo para la oración de la noche a su capilla de la Escolanía, unos y otros se reúnen ante la imagen de la Virgen que preside dicho claustro en el ángulo del mismo. Es la imagen que con frecuencia se ha llamado “Nuestra Señora de la Luz”, porque la Santísima Virgen tiene en sus brazos al Niño y lo presenta de pie, recto, como si fuera una vela que alumbra al mundo. Durante todo el mes de mayo, los novicios se encargan de tener la imagen especialmente adornada con plantas y flores: para ello hacen un gran servicio las plantas más bonitas que a lo largo del año cuida Fray Filiberto, el monje jardinero.
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Desde el lado de la galería larga, primero comienzan los monjes con el canto de una pieza gregoriana dedicada a la Virgen. Una vez que terminan, los niños entonan a María alguna pieza polifónica, en muchas ocasiones de origen popular. El día 30 de abril cantaron la Salve marinera, que tanto les gusta y que alguna vez oyeron cantar a los infantes de Marina. Los huéspedes asisten detrás de los monjes; otras personas que quieran acceder normalmente lo hacen detrás de los niños. El momento es realmente impactante y precioso y supone poner todo el día que ha terminado en manos de la Virgen y encomendar también a Ella el día siguiente. Algunos huéspedes y otros asistentes han comentado varias veces que se les pone el vello de punta.