El jueves 9 de agosto vino al Valle de los Caídos un grupo de unos 50 peregrinos, con un sacerdote que hacía de guía espiritual, procedentes de Talavera de la Reina. Asistieron a la Santa Misa de 11 h. en la Basílica y después la visitaron. Habían avisado previamente de su llegada por medio de un antiguo escolán que conocía a la encargada de organizar la expedición. Ese mismo día, subió andando hasta la Basílica otro grupo de jóvenes peregrinos de la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, con la cruz al frente, para asistir a la Santa Misa.
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En la noche del 9 al 10 de agosto se alojó en el claustro de la Escolanía otro grupo de jóvenes peregrinos llegados de Francia, de un movimiento que guarda relación con la Abadía Benedictina de San Pedro de Solesmes. El viernes 10 asistieron a la Misa conventual en la Basílica y a continuación prosiguieron su viaje.
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El domingo 12 de agosto vino un grupo de muchachos de Venezuela, que asistieron a la Santa Misa conventual, oraron devotamente en la Basílica y se confesaron.
