El jueves 6 de septiembre se recuperó una bonita costumbre que se había perdido desde hacía unos años: el Encuentro anual de la Familia Silense, esto es, de las Comunidades Benedictinas de las Abadías de Santo Domingo de Silos (casa-madre de la Congregación de Solesmes en España), San Salvador de Leyre y Santa Cruz del Valle de los Caídos, así como del Priorato de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, perteneciente a la Abadía de Silos.
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Las tres comunidades (o cuatro si se desglosa la del “Monsterratico”, que realmente forma parte de la de Silos) se encontraron a las 11 h. en el Monasterio de San Salvador de Oña, antiguo monasterio benedictino de gran relevancia, para visitar la exposición de “Las Edades del Hombre”, que este año se titula “Monacatus” y está dedicada a la vida monástica. Precisamente se habían tomado en vídeo algunas imágenes de monjes del Valle de los Caídos trabajando, así como de algunos otros monasterios, para uno de los capítulos o partes de la exposición, concretamente el dedicado a “Los trabajos y los días”. Entre otras piezas, se puede contemplar un cáliz elaborado por el orfebre ya fallecido de Silos, Fray Regino. Las explicaciones resultaron de gran interés y la atención por parte de la organización y de las personas que recibieron a los monjes fue magnífica.
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Hacia las 13,30 h. se celebró la Santa Misa en el Santuario de Santa Casilda, a unos 10 km. de Briviesca, la capital de la comarca de La Bureba. En ese recóndito, escarpado y precioso lugar se había retirado a vivir como ermitaña dicha santa, hija de un rey moro en los tiempos de la Reconquista. Las comunidades benedictinas comieron a continuación en la Hospedería perteneciente al Cabildo Catedral de Burgos en el mismo Santuario.
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De allí se marchó a visitar la ermita románica del pueblo llamado Monasterio de Rodilla y por último a Vivar del Cid, lugar natal de Rodrigo Díaz de Vivar, el “Cid Campeador”, a pocos kilómetros de Burgos, para cantar las Vísperas con las monjas clarisas, quienes luego ofrecieron una merienda-cena preparada con toda delicadeza. Lo mismo que el resto del día, fue un momento muy agradable de encuentro fraterno, en esta ocasión en el amplio locutorio del Monasterio, y nos agradó ver las vocaciones jóvenes con que cuentan. Los monjes de Leyre hubieron de retirarse hacia las 19,30 h. y los del Valle en torno a las 20 h., teniendo en cuenta el recorrido de vuelta.